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“La evaluación educativa sigue y seguirá siendo motivo de debates casi permanentes en todos los niveles educativos, ya que apenas se empiezan a erradicar las posiciones antagónicas entre el aprobar y el aprender en lo que hace referencia al proceso pedagógico, por un lado; por otro lado, la adopción de las posiciones basadas en pautas de actuaciones cualitativas o cuantitativas para llevar a cabo la evaluación en los diferentes órdenes o ámbitos en los que resulta necesario aplicarla.

Dentro de la concepción tradicional y rutinaria, la evaluación se entiende como la toma de calificaciones para determinar si un alumno avanza o se detiene respecto a los criterios de los contenidos dados por el docente.

Actualmente la evaluación ha entrado a un proceso de revisión estructural y de acciones, que han determinado que la evaluación vaya más allá de los exámenes y comprobación del rendimiento académico del alumno. Por ello la evaluación constituye una misión de control, de análisis, de reflexión y valoración de la calidad de los procesos y resultados de los programas, proyectos curriculares y sistemas educativos.”*