Como hemos revisado en estas semanas de trabajo, la docencia se ha analizado desde dos puntos diferentes, ya mencionamos en algún momento que se considera una vocación y como después se buscó profesionalizarla para otorgarle un título, y es sobre estos puntos que se sigue reflexionando.
Se dice que la docencia es una profesión ambivalente ya que se busca que el profesor pueda formarse de la mejor manera para que él a su vez pueda formar a sus alumnos, y ¿qué es mejor? Hacerlo a través de la teoría o la práctica. También el concepto de ambivalencia se aplica en que hay docentes que sienten su profesión como una vocación, una actividad que realizan por el gusto de hacerlo, que dan lo mejor de sí mismos y justifican el valor de su vida pensando que han ayudado a diferentes generaciones de alumnos a ser mejores personas, a entender el mundo que los rodea, haciéndolos más críticos, más inteligentes y mejor preparados para afrontar su vida. Sin embargo, hay profesores que viven la docencia con una constante tensión, acuden a cada clase dispuestos a defenderse de unos alumnos a los que perciben como el enemigo y ante los que están en alerta constante.

Ante esta situación surge la interrogante:
¿Qué es lo que ocasiona esta doble situación?
Una de las causas la podemos encontrar en los enfoques idealizados de la formación de profesores, es la que afirma que la profesión docente es una tarea en la que el profesor ofrece todo su amor y sacrificio a sus alumnos y que éstos le quedan eternamente agradecidos, lo que provoca que el profesor al llegar al salón de clases y ver que no es así se sienta decepcionado y poco exitoso. Lo anterior no quiere decir que no se dé, pero es necesario provocarla a través de formarse, adquirir y poner en práctica distintas técnicas docentes que se enseñan en diferentes instituciones que permiten optimizar la actuación de los profesores dotándole de recursos eficaces que separan el éxito del fracaso en las aulas y su sentir como docentes.

Desde estos estudios, la formación continua permite lograr una adecuada conducta de los profesores, propicia un conveniente clima de relación y emociones en el aula, una comunicación efectiva y diferentes estilos de respuesta ante la variedad de situaciones que es necesario enfrentar en el escenario multifactorial que se da dentro del proceso enseñanza – aprendizaje. De esta forma el éxito del docente se convierte en algo que es posible objetivar, enseñar y aprender mucho más allá de los brumosos fantasmas de la vocación y de los rasgos de personalidad innatos, que según (tiempos pasados) eran el vehículo imprescindible para ser un buen profesor.
Qué técnicas docentes enseñar y cómo enseñarlas es un tema que se ha investigado desde diferentes épocas y enfoques, sin embargo según Esteve, (1997, 1998) un enfoque válido es comenzar por entender la complejidad de factores que influyen en la dinámica del aula y aprender a analizar y valorar la importancia de cada uno de estos factores para obtener el clima de clase adecuado y los resultados de aprendizaje que se desean alcanzar. Se necesitaría mucho tiempo para especificar las tareas básicas que ha de asumir una formación de profesores efectiva; no obstante, se pueden resumir en cuatro tareas esenciales, a saber:
Perfilar la propia identidad profesional
Especificar qué papeles profesionales se deben asumir como profesor, cuáles pueden ser unos objetivos realistas para trabajar en el aula con los alumnos, perfilar un estudio propio adecuado a la personalidad, a las ideas propias sobre la enseñanza, para actuar en clase y resolver todos los detalles que conforman el clima de clase y la transmisión de un aprendizaje significativo.
Entender que la clase es un sistema de interacción y comunicación
Comprender que el profesor no es un conferencista que sólo espera de sus alumnos respeto y silencio, sino por el contrario se espera la participación de ellos para que expresen sus ideas y sus dudas, motivarlos hasta que acepten que el contenido a presentar exige una respuesta. Para ello, es necesario dominar los códigos de comunicación en el aula para identificar, analizar e interpretar correctamente las señales de interacción que emiten los alumnos como respuesta a las acciones, dichos códigos generalmente son gestuales y no verbales (Kyriacou, 1986).
Organizar la clase para que trabaje en un orden aceptable
El profesor debe asumir otras tareas diferentes a las de enseñar, tales como organizar el trabajo, la estructura de grupos, definir objetivos, explicitar las tareas previstas, los sistemas de evaluación a utilizar, etcétera. Es decir tiene que definir funciones, delimitar responsabilidades y tareas, discutir y negociar los sistemas de trabajo hasta conseguir que el grupo funcione como tal, con ese orden mínimo sin el cual es muy difícil la convivencia. Esto es a lo que llamamos disciplina, y en ella el profesor se juega el éxito o el fracaso profesional mucho más que en el domino de la materia que explica (Esteve, 1977).
Adaptar los contenidos de enseñanza al nivel de conocimiento de los alumnos
Consiste en traducir los contenidos de la materia que se enseña a las claves lingüísticas y culturales de los alumnos para que sepan qué es lo que se está intentando aprender, qué valor tiene el nuevo conocimiento, qué parte de su vida cotidiana pueden entender o mejorar con ese conocimiento y cómo se relaciona el nuevo conocimiento con lo que ya han aprendido.
Clasificar y ordenar el conocimiento para que los alumnos lo encajen en el lugar correcto es una tarea tan importante o más que la simple transmisión de un contenido.
Para conocer un poco más del tema, da lectura a los siguientes textos:
- Perrenoud, P. (2001). La formación de los docentes en el siglo XXI. Revista de Tecnología Educativa, XIV(3), 503-523. Recuperado de http://www.unige.ch/fapse/SSE/teachers/perrenoud/php_main/php_2001/2001_36.html
- Molina V, P. (2008). Práctica docente progresiva en la formación inicial desde un enfoque reflexivo critico. En Prácticas reflexivas para la formación profesional docente: ¿qué las hace eficaces?, pp. 13 a 26. Ediciones UCSH. Recuperado de http://gea-aprende.cl/wp-content/uploads/2013/04/practicas-reflexivas-para-la-formaci%C3%B3n-profesional-docente.pdf