Profesionalización docente
Unidad 4. El docente como profesional de la enseñanza
Tema 4. La docencia como profesión especializada

La profesión de ser docente tiene implicaciones y tareas que se deben realizar para llevar a cabo su meta fundamental que es la educación, incluyendo el dominio de los conocimientos curriculares que se vinculan con cada nivel educativo. Entre las características que definen esta profesión como una actividad especializada están las siguientes: una tarea compleja, los conocimientos esenciales para la docencia y la deontología profesional.

Una tarea compleja

De alguna forma u otra a lo largo del estudio de los temas acerca de la profesionalización docente nos hemos percatado que la docencia es una tarea compleja donde interactúan una diversidad de elementos, entre ellos de manera destacada, la información y relación pedagógica entre profesores, estudiantes y otras instancias académicas, donde la atención se centra en los procesos de diversos aprendizajes: conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes, valores, etcétera y que además implica una serie de características que puedes ver en el siguiente esquema:

  • Responsabilidad profesional que enfrenta retos constantes.
  • Requiere de saberes disciplinario y pedagógicos.
  • Se necesita disposición, compromiso, creatividad y pasión.
  • Existen multiplicidad de tareas y variedad de contextos en que estas tareas se desarrollan.
  • Hay complejidad del acto pedagógico.
  • Inmediatez; indeterminación de las situaciones que se suscitan en el curso del trabajo docente.
  • Implicación personal y posicionamiento ético que supone la tarea docente.

Como lo dice Moran Oviedo: "La docencia es un espacio atravesado por muchos factores e intenciones, en el que maestros y alumnos aprenden formas de construir conocimiento: saber y saber pensar, investigar y enseñar a pensar la realidad. La docencia es un espacio creativo a través del cual los sujetos que enseñan y los que aprenden interactúan con objetos de conocimiento develando su propia lógica de construcción y al hacerlo ambos se transforman. Esto hace a la docencia una tarea compleja y trascendente cuyo desempeño cabal exige una actitud profesional en el más estricto de los sentidos".

Además, el delimitar un campo propio de acción de la docencia es complejo ya que la educación pertenece a ese territorio donde los límites no resultan fácilmente objetivables, en primer lugar porque lo que conocemos como educación no tiene una interpretación unívoca; en segundo lugar, los problemas educativos no pueden ser controlados exclusivamente por los profesionales, ya que no actúan solos y la solución tampoco depende de ellos.

Conocimientos esenciales para la docencia

La docencia implica como toda profesión poseer ciertos conocimientos que le apoyen en su desempeño y para ello se plantean ciertas interrogantes:

¿Cuál es el tipo de conocimiento que permite a un docente formarse una visión de la situación, actualizar las alternativas de las que dispone en el arsenal del conocimiento pedagógico-didáctico; generar las adecuaciones del caso, incluso producir alternativas nuevas, para intervenir con razonable expectativa de pertinencia?

¿Qué tipo de saberes permiten todo esto?

¿Están disponibles esos saberes?

¿Qué intervenciones formativas facilitan la construcción de estos saberes?

La respuesta a estas preguntas es precisamente la formación de ciertos conocimientos y valores específicos durante un tiempo en instituciones especializadas. Sin embargo, teniendo en cuenta los cambios vertiginosos que se dan hoy en día, ¿estos conocimientos son suficientes?

Los profesores, cualquiera que sea el nivel o modalidad de la enseñanza en la cual se desarrollen, deben poder comprender e intervenir como ciudadanos productivos en el mundo en que viven. Esto implica un desafío para la formación de los docentes ya que es necesario ampliar su horizonte cultural, prever tiempos y espacios diversos destinados a recuperar y a resignificar formas abiertas de ver el mundo. Conocer más de cerca, por ejemplo, los procesos productivos ligados a su tarea académica, así como también ampliar su rol profesional como respuesta a la utilización de las tecnologías de la información y comunicación en el aula y en el ámbito de sus estudiantes.

Lo cierto es que los docentes necesitan adquirir el conocimiento pedagógico, es decir “el conocimiento de la educación específico que los capacita para explicar, interpretar y decidir la intervención pedagógica propia de la función para la que se habilitan”.

En el ámbito educativo existe un conocimiento pedagógico especializado que es el que diferencia y confiere singularidad a la función docente, el cual requiere un proceso de formación para poder obtener las bases iniciales para emitir juicios profesionales en cada situación, basados en la teoría, en el conocimiento experiencial y en la práctica.

Este conocimiento radica en la capacidad para evaluar las situaciones educativas, analizar críticamente los factores que las condicionan, elaborar estrategias de intervención, llevarlas a cabo y verificar los aspectos producidos sean positivos o no.

Deontología profesional

Todas las profesiones tienen su propia deontología, de acuerdo con la cual rigen su comportamiento individual y colectivo. La propuesta de un código deontológico por parte de un colectivo profesional es indicativo de un compromiso social y fruto de un debate interno, aun cuando exista el riesgo de que se quede en un mero formalismo y que el colectivo en cuestión no tenga mecanismos internos para velar su cumplimiento. Sin embargo, la clave está en la fuerza que debe tener el código para sobrellevar los tiempos que se viven.

La profesión docente tiene una indudable dimensión moral no solo porque actúa sobre las personas, sino porque lo hace precisamente sobre su misma dimensión moral, ya que pretende su bien de manera íntegra.

Entonces una deontología profesional:
  • Propone asumir la responsabilidad de las propias acciones, siempre bajo la perspectiva que han de ir encaminadas al bien del educando.
  • Trata los deberes profesionales con respecto a las personas y a la comunidad a la que sirve, deberes que se integrarán con los derechos que también corresponden al profesional.

Sin embargo, hoy en día no existe un código deontológico que rija el colectivo docente, pero existen propuestas muy completas, por ejemplo, en México, las siguientes:

  • Código ético del docente de la AMAPSI. Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología http://www.amapsi.org/portal/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=109
  • Ética profesional del magisterio (SEP) http://www2.sepdf.gob.mx/formacion_continua/antologias/archivos-2014/SEP220100.pdf

La importancia e implicaciones que tiene la actuación profesional del docente nos lleva fácilmente a pedir que éstos sean personas moralmente perfectas, que sintetizarán todas las virtudes posibles, lo cual no es factible ni realista; sin embargo, es evidente que no se puede educar en valores que no se comparten por lo que es necesario exigir a los docentes que compartan los valores que socialmente son comunes en una sociedad democrática que busca la mejora individual y colectiva.

Tal vez no se puede pedir la perfección moral, pero si se puede pedir una predisposición para trabajar en beneficio de los estudiantes, por encima de los intereses y creencias personales. La honestidad profesional no consistirá tanto en ser “transparente” respecto al propio yo, cuanto en favorecer la libertad y el desarrollo integral de los educandos.
Los aspectos mencionados dan cuenta de que la docencia es una profesión especializada, sin embargo, no son los únicos. Da lectura al siguiente texto para conocer algunos otros:
  • Sarramona López, J. Noguera Arrom, J. Vera Vila J. ¿Qué es ser profesional docente? El profesor como profesional, pp. 108 a 124. Recuperado de http://campus.usal.es/~revistas_trabajo/index.php/1130-3743/article/viewFile/2812/2847