Contar con un propósito de vida permite primero que nada reconocer lo que es valioso para cada uno, genera compromiso, dirección y fuerza que motiva a alcanzar el propio objetivo, a identificar y apreciar las diferencias que existen en todos.
Asimismo, nos permite reconocernos como seres únicos con un “para qué” específico, libres a elegir nuestro camino y responsables para mantenernos firmes hasta alcanzarlo.
Conforme enfocamos nuestros esfuerzos para alcanzar ese propósito, aumentamos la confianza y con ello la percepción del valor propio.